San Martín fue un precursor como pensador. Numerosos estudios e investigaciones confirman esta verdad. El Padre de la Patria ya lo decía, existe una estrecha relación entre la mente y el corazón. Algo que muchas veces invalida el avance en un tratamiento de rehabilitación es la mente del paciente. Sus pensamientos son su principal enemigo. Estos condicionan no sólo su calidad de vida; también su identidad, su desempeño ocupacional dentro y fuera de las terapias. Si no avanza en el cumplimiento de los objetivos, no responde adecuadamente a las consignas, no participa activamente en las intervenciones, puede que exista un conflicto entre su mente y sus emociones. ¿Cómo visibilizar lo que piensa el paciente? Si él no puede manifestarlo, podemos dilucidarlo por medio de sus emociones y su conducta.
No lo voy a lograr… jamás seré el mismo… esto es más de lo que puedo resistir…no lo podré soportar… no volveré a tener la vida que quiero… Esos pensamientos generan sentimientos y estos sentimientos condicionan su desempeño. Todo empieza en su mente, de forma automática, su conducta emerge de sus creencias; ideas que son tomadas por la persona como verdades absolutas. Las creencias más centrales o creencias nucleares son interpretaciones tan fundamentales y profundas que las personas frecuentemente no las expresan ni aún a sí mismas, no tienen clara conciencia de ellas. Estas creencias nucleares desarrolladas desde la infancia consisten en definiciones, evaluaciones o interpretaciones de sí mismos, de las otras personas y de su mundo. Si queremos que cambie su forma de vivir, debemos ayudarle a cambiar su forma de pensar; de pensarse, de visualizar los desafíos como oportunidades en vez de tomarlos como amenazas. Desde una relación empática, es clave que podamos conectar con la estructura de pensamiento de nuestro paciente identificando sus emociones y ayudándolo a descubrir una nueva perspectiva del problema. Como vemos, el camino más seguro de llegar a la cabeza es empezar por el corazón. Fuente: INSTITUTO NACIONAL SANMARTINIANO (Documentos del Archivo del General San Martín, Buenos Aires, 1910, Santiago, 1 de enero de 1819, t. VII, p. 163) Hoy estaremos hablando sobre la influencia de los nutrientes en nuestro Sistema Nervioso Central, cómo algunos alimentos pueden ayudarnos en el proceso de una rehabilitación y sobre algunos hábitos y prácticas saludables para alimentarnos mejor. Primeramente definamos dos conceptos importantes. ¿Es lo mismo alimentarse que nutrirse? Solemos pensar que sí, pero hay diferencias significativas. La alimentación es la acción de introducir los alimentos en el sistema digestivo a través de la boca. Pueden ser sustancias sólidas, líquidas o gaseosas. Es un proceso consciente y educable. La nutrición, en cambio, es un proceso involuntario e inconsciente a través del cual el cuerpo transforma los alimentos en energía y materia. Como sabemos, una buena nutrición (una dieta suficiente y equilibrada combinada con el ejercicio físico regular) es un elemento fundamental de la buena salud. Una mala nutrición puede reducir la inmunidad, aumentar la vulnerabilidad a las enfermedades, alterar el desarrollo físico y mental y reducir la productividad. Ludwig Feuerbach, dijo “Somos lo que comemos” y alguien agregó: somos lo que “nos come”. Alimentarse bien no es suficiente; si comemos nerviosos, con nuestra mente llena de preocupaciones y en momentos de extrema tensión, seguramente tendremos una mala digestión y la comida “nos caerá mal” por más saludable que sea.
¿Cómo impacta la buena alimentación durante un proceso de rehabilitación? Durante una rehabilitación, nuestro cerebro y en consecuencia todo nuestro Sistema Nervioso además de ser estimulado, requiere ser alimentado.
Como decíamos, no sólo es importante qué comemos, sino cómo comemos. Compartimos a continuación, algunos hábitos y prácticas saludables que valen la pena incorporar en nuestra vida: No saltearse comidas: La base de una buena alimentación es aprender a hacer todas las comidas. Dejar de comer no hará que baje de peso, por el contrario, enlentecerá el metabolismo y esto hará que reserve más grasas. Desayunar adecuadamente: Esto es fundamental. Como habitualmente se dice, se trata del combustible para arrancar el día. Está comprobado que las personas que desayunan, sufren menos de ansiedad y no caen en atracones a lo largo del día. Masticar 32 veces: La falta de masticación al comer se relaciona de forma más o menos directa con obesidad, diabetes o accidentes cardiovasculares. La digestión empieza en la boca, por tanto, parece claro el por qué es importante masticar bien los alimentos: para que se mezclen bien con la saliva y se puedan empezar a digerir adecuadamente. No se trata de una “técnica” moderna. A finales del siglo XIX, Horace Fletcher empezó a divulgar una técnica conocida como “fletcherismo”. Esta consistía en masticar cada bocado 32 veces antes de tragarlo con el objetivo de adelgazar y tener buena salud. Si te hace mal, no lo compres: Tener a nuestro alcance alimentos no saludables hará que fácilmente uno “caiga en tentación” en momentos de ansiedad, estrés o simplemente en la habitual abstinencia. No comprarlos ni incluirlos en la lista del supermercado favorecerá notablemente cambiar estos alimentos por colaciones saludables (Frutas, Frutos secos, o simplemente tomar agua) Identificar el impulso: Cuando pasamos por situaciones de ansiedad, se suele canalizar por medio de la comida para disminuir el nivel de estrés. Atracones compulsivos intentan aliviar la ansiedad lo que conlleva a sentimientos posteriores de culpa y tristeza. Identificar el motivo por qué comemos, nos ayudará a entender este patrón y evitarlo. Muchas veces, nuestro cuerpo solamente pide hidratarse y comúnmente le damos dulces. La alimentación, puede favorecer el proceso de rehabilitación? Es muy importante durante el tratamiento de Rehabilitación, el seguimiento de especialistas. En este caso, el Servicio de Nutrición cobra un papel fundamental al igual que el trabajo interdisciplinario. Algunos tips:
Estos son algunos consejos y sugerencias. Recomendamos que visite un especialista que desarrolle un plan de alimentación respecto a sus intereses, gustos, necesidades y estilo de vida.
Comiense con metas sencillas. Por ejemplo: Hoy incorporaré el hábito de tomar 8 vasos de agua. Practíquelo todos los días, hasta que se forme un hábito. Sólo por hoy no comeré entre comidas. Sólo por hay desayunaré despacio. Masticaré más la comida y me enfocaré en tener conversaciones de calidad con mis compañeros de mesa. Ser fiel en lo poco, asegura el éxito a largo plazo. Parafraseando a #RobinSharma, crear nuevos hábitos alimenticios puede ser difícil al principio, desordenado en el medio y precioso al final. Nuestro cuerpo, nos lo agradecerá! El hombro congelado, llamado también capsulitis adhesiva, periatritis escapulohumeral o capsulitis fibrótica, es una inflamación crónica del tejido conectivo que recubre toda la articulación del hombro produciendo dolor y rigidez. Este trastorno empieza provocando un dolor muy intenso en el hombro que suele empeorar por la noche. Éste suele iniciarse de forma repentina y sin una causa que lo justifique. La inmovilidad aumenta progresivamente hasta que la persona es incapaz de realizar gestos tan habituales como elevar el brazo y pasar la mano por encima de la cabeza o llevarlo hacia la espalda. Como podemos ver, de ahí viene el término "hombro congelado". Además, puede aparecer dolor en la zona de inserción del deltoides, de inicio insidioso, intensidad severa, el cual aumenta en la noche (el paciente no puede dormir del lado lesionado). Es importante consignar antecedentes de trauma, cirugías previas o inmovilizaciones El 80-90% de los casos se da en mujeres de entre 40 y 70 años, especialmente después de la menopausia (a partir de los 50). DiagnósticoEl diagnóstico es clínico, pero estudios complementarios de imagen y laboratorio ayudan a descartar otras patologías. Tras la exploración física, la manipulación pasiva y activa del miembro afectado, el paciente presenta dolor, rigidez y disminución de la movilidad del brazo. Otros exámenes a considerar son estudios radiológicos y resonancias magnéticas. TratamientoEl principal tratamiento es farmacológico pero cuando no es eficaz, se realiza cirugía del hombro bajo anestesia. Posteriormente se debe realizar tratamiento fisioterapéutico y la recuperación varía de las 6 semanas a los 3 meses. En la mayoría de los casos, puede recuperarse casi todo el movimiento del hombro. El hombro congelado puede recurrir, especialmente si además hay un factor que contribuye como la diabetes. Si desea recibir tratamiento o conocer más sobre nuestros servicios, haga clic aquí
|
Le damos la bienvenida al Blog de INAR.
Aquí encontrará una síntesis de nuestras actividades y proyectos. Archivo
Enero 2021
|